EL FOLKLORE
El
concepto de folklore
El folclore
es el conjunto de costumbres, creencias y tradiciones de un pueblo. Dentro del
folclore se encuentran también, por tanto, todo ese conjunto de narraciones o
canciones que se transmiten a través de la oralidad. Algunos autores consideran
que sólo podemos denominar a estas manifestaciones literatura popular cuando se
ponen en un determinado momento por escrito.
Las
relaciones entre el folclore y la literatura son muy estrechas. El folclore es
una fuente importante de la literatura. Pero también ocurre lo contrario: un
texto de un autor conocido puede generalizarse y ser asumido por el pueblo, que
lo transmite oralmente e incluso lo llega a modificar; la obra literaria pasa
entonces a constituirse también como un fenómeno folclórico.
El
folclore, folclor, folklore o folklor, (del inglés folk, "pueblo" y
lore, "acervo" "saber" o "conocimiento") es la
expresión de la cultura de un pueblo: cuentos, música, bailes, leyendas,
historia oral, proverbios, chistes, supersticiones, costumbres, artesanía y
demás, común a una población concreta, incluyendo las tradiciones de dicha
cultura, subcultura o grupo social. También recibe este nombre el estudio de
estas materias.
El término
anglosajón «folklore» fue acuñado el 22 de agosto de 1846 por el arqueólogo
británico William Thoms, quien deseaba crear una palabra para denominar lo que
entonces se llamaba «antigüedades populares». La definición más ampliamente
aceptada por los investigadores actuales de la especialidad es «la comunicación
artística en grupos pequeños»
Jose
Hernandez
Tradición
Tradición es
el conjunto de bienes culturales que una generación hereda de las anteriores y,
por estimarlo valioso, trasmite a las siguientes. Se llama también tradición a
cualquiera de estos bienes.
Se considera
tradicionales a los valores, creencias, costumbres y formas de expresión
artística característicos de una comunidad, en especial a aquéllos que se
trasmiten por vía oral. Lo tradicional coincide así, en gran medida, con la
cultura y el folclore o "sabiduría popular".
"El
pueblo que mantiene vivas sus tradiciones nunca será avasallado"
La
Tradición nunca muere
El día de la tradición es el
reconocimiento a la identidad argentina, a través de uno de los personajes más
representativos del ser nacional, José Hernández, quien nació un 10 de
noviembre de 1834 y a través de sus obras literarias y notas periodísticas puso
todo su empeño en defenderá sus paisanos de las injusticias que se cometieron
contra ellos.
Esta identidad y tradición, la
conforman relatos, historias, costumbres y creencias de un pueblo que se van
transmitiendo de generación en generación. Así es como en nuestro país, notamos
la influencia de los rastros de culturas aborígenes y la influencia de otras
europeas, en primer lugar españolas, a causa de las invasiones al territorio
americano (llamadas por mucho tiempo "colonización") y posteriormente
en el siglo XX, las inmigraciones de habitantes provenientes de todas partes
del "viejo continente" han diversificado las costumbres argentinas.
En estos tiempos, parece difícil
mantener viva la tradición y la identidad. Con la globalización, se han
generalizado mucho las costumbres: vestimentas, música, comidas, lo cual por un
lado es bueno porque nos nutre de un conocimiento más amplio que enriquece;
pero si solo se consume lo que se impone o lo que "viene de afuera",
corremos el riesgo de olvidar lo que tanto nos ha identificado y de dejar que
nos sigan invadiendo culturalmente, perdiendo la identidad, siendo igual al
resto o peor aún, como otros quieren que seamos.
Es por esto que creo que es
importante, conservar lo nuestro, conocerlo, para así poder defenderlo y
amarlo, porque "no se ama lo que no se conoce". Es por eso que es muy
importante en estos tiempos la labor de los medios de comunicación, de los
difusores, de los profesores, asi como también de todos los que de alguna
manera y desde su lugar hacen su aporte para seguir manteniendo vivas nuestras
tradiciones.
Gracias a Dios existe mucha gente que
valora lo nuestro. Reitero que es bueno aceptar y conocer lo de afuera, pero
sin olvidar lo de adentro. Pienso que ese es el desafío que se nos plantea, dar
a conocer a todos los argentinos que existen muchas cosas que nos identifican
como Patria, porque muchos no lo conocen, loignoran, porque nunca nadie se los
enseñó.
Recuerdo, a modo de ejemplo, que en mi
escuela para fines de octubre si no me equivoco, los profesores de inglés nos
hacían disfrazar para festejar "Halloween" y para el 10 de noviembre;
nada. Esto no quiere decir que este mal celebrar otras fiestas extranjeras, el
problema es que si celebramos "Halloween" y ni nos acordamos del día
de la tradición, estamos siendo fácilmente manipulados y traicionando nuestras
raíces.
"Para el que mira sin ver, la
tierra es tierra nada más" dijo alguna vez Atahualpa Yupanqui, espero no
seamos ciegos y sepamos ver y sobre todo transmitir lo que es nuestra tierra, y
no hace falta irnos al extremo y esperar que todos sean expertos y se sepan
todo sobre nuestras tradiciones, aunque si es bueno que todos podamos tener
algunas nociones básicas, como saber que nuestra tierra es tierra aborigen, y
que existieron muchos indios, muchos gauchos, muchos criollos y muchos
inmigrantes que dejaron la vida por defender lo nuestro, o saber que más
adelante existió un tal José Hernández, un tal Atahualpa Yupanqui, un tal
Florencio Molina Campos, por citar a los más nombrados, que lucharon desde
distintas ramas del arte para que la tradición nunca muera, como anónimamente y
desde diversas áreas, lo hicieron y lo hacen tantas otras personas.
El Ceibo, la flor nacional
La flor de ceibo, también denominada
seibo, seíbo o bucaré, fue declarada flor nacional argentina el 23 de diciembre
de 1942. Es un árbol originario de América, especialmente de Argentina,
Uruguay, Brasil y Paraguay. Crece en las riberas del Paraná y del Río de la
Plata, pero también se lo puede hallar en zonas cercanas a ríos, lagos y zonas
pantanosas. Pertenece a la familia de las leguminosas. No es un árbol muy alto
y tiene un follaje caduco de intenso color verde. Sus flores son grandes y de
un rojo carmín. Su tronco es retorcido. Sus raíces son sólidas y se afirman al
suelo contrarrestando la erosión que provocan las aguas. Su madera, blanca
amarillenta y muy blanda, se utiliza para fabricar algunos artículos de peso
reducido. Sus flores se utilizan para teñir telas.
Esta planta en nuestro país se
encuentra distribuida preferentemente en el norte de la provincia de Buenos
Aires, Entre Ríos (Paraná), Misiones, Formosa, Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago
del Estero y Santa Fe. Tres especies distintas de ceibo se encuentran en
nuestro país:
a) El ceibo común de la región
mesopotámica.
b) El ceibo del Chaco y Formosa.
c) El ceibo de Salta, Jujuy y Tucumán,
que es el de mayor altura y con flores de colorido más bello.
LEYENDA DEL CEIBO
Cuenta la leyenda que
en las riberas del Paraná, vivía una indiecita fea, de rasgos toscos, llamada
Anahí. Era fea, pero en las tardecitas veraniegas deleitaba a toda la gente de
su tribu guaraní con sus canciones inspiradas en sus dioses y el amor a la
tierra de la que eran dueños... Pero llegaron los invasores, esos valientes,
atrevidos y aguerridos seres de piel blanca, que arrasaron las tribus y les
arrebataron las tierras, los ídolos, y su libertad.
Anahí fue llevada cautiva junto con
otros indígenas. Pasó muchos días llorando y muchas noches en vigilia, hasta
que un día en que el sueño venció a su centinela, la indiecita logró escapar,
pero al hacerlo, el centinela despertó, y ella, para lograr su objetivo, hundió
un puñal en el pecho de su guardián, y huyó rápidamente a la selva.
El grito del moribundo carcelero,
despertó a los otros españoles, que salieron en una persecución que se
convirtió en cacería de la pobre Anahí, quien al rato, fue alcanzada por los
conquistadores. Éstos, en venganza por la muerte del guardián, le impusieron
como castigo la muerte en la hoguera.
La ataron a un árbol e iniciaron el
fuego, que parecía no querer alargar sus llamas hacia la doncella indígena, que
sin murmurar palabra, sufría en silencio, con su cabeza inclinada hacia un
costado. Y cuando el fuego comenzó a subir, Anahí se fue convirtiendo en árbol,
identificándose con la planta en un asombroso milagro.
Al siguiente amanecer, los soldados se
encontraron ante el espectáculo de un hermoso árbol de verdes hojas
relucientes, y flores rojas aterciopeladas, que se mostraba en todo su
esplendor, como el símbolo de valentía y fortaleza ante el sufrimiento.
El Mate
Símbolo criollo y de
hermandad, el mate se ha ganado un lugar primordial en la vida de muchos de
nosotros, "los amargos" nos acompañan de día y de noche, en nuestra
soledad y en las reuniones con amigos o familia, algunos lo toman dulce, con
otras hierbas o frío, pero algo es seguro, siempre está...
Los indios guaraníes fueron quienes
descubrieron la yerba mate, mucho antes de la invasión a América. Ellos tomaban
el mate como nosotros, pero lo hacían con agua fría y mezclaban la yerba con
otras hierbas aromáticas, vale aclarar que en la actualidad en Paraguay, en el
Sur de Brasil y en el noreste de Argentina, esto se sigue tomando y se lo
denomina “tereré”, aunque en algunas zonas en vez de hacerlo con agua fría se
puede preparar con jugos frutales.
Los españoles cuando llegaron a esa
zona lo probaron y quedaron encantados por su sabor, así se fue extendiendo por
todo el territorio. Hoy es tradicional en Argentina, en Paraguay y en Uruguay
beber mate, también en el sur de Brasil donde se denomina "cimarrón",
se toma tanto en el campo como en la ciudad.
Lo que muchos no saben es que el mate
funciona como estimulante del sistema nervioso. Además, ayuda a la digestión, a
la actividad cerebral, muscular y pulmonar. También es capaz de intervenir
aumentando los latidos cardíacos, disminuyendo de esta forma la presión arterial.
Produce una sensación de bienestar, vigor, lucidez intelectual y optimiza la
absorción nutricional del organismo regulando en general todas sus funciones de
asimilación, gracias a las propiedades del “alcaloide mateína”.
Cabe destacar que la creencia de que
el mate produce acidez es falsa, y con el mate podemos cubrir las necesidades
mínimas que necesita el organismo de Vitamina C.
Alguien dijo alguna vez que “el mate
pasa de boca en boca y de corazón a corazón”. Frase muy cierta que sintetiza la
importancia de esta bebida en nuestra vida. Por eso es importante preparar un
buen mate porque “cebar mate es un arte”.
Aquí
van algunas sugerencias para cebar un buen mate:
Primero debemos colocar la yerba en el
recipiente llamado “mate o porongo”, haciendo que cubra ¾ del mismo. Luego,
tapamos la boca, lo damos vuelta y lo sacudimos un poco, para sacar el
polvillo. Después, inclinamos un poco el mate, de modo que de un lado quede más
yerba que del otro. Del lado que hay menos yerba, humedecemos con agua hasta que
se hinche la yerba de abajo, sin que se moje la yerba que queda en la
superficie. Allí debemos “ensillar”: es decir clavamos la bombilla hasta el
fondo, siempre del lado que hay menos yerba. Entonces ya podemos empezar a
cebar el mate, echando el agua caliente en el hueco que forma la bombilla, para
que la yerba se humedezca de abajo para arriba. Algo importante para evitar que
se “lave”, es no mover la bombilla en toda la ronda.
Otro proceso importante, es la
“curación del mate”, que se hace para sacar y evitar el mal olor que pueda
tener el mate o porongo y para prepararlo para su futuro uso. Esta la forma más
común de “curar el mate”: lo lavamos una y otra vez con agua caliente, acto
seguido lo llenamos con yerba usada y lo dejamos descansar un día, para repetir
el proceso: retiramos la yerba, pero sin enjuagar, colocamos nuevamente la
yerba usada. Lo dejamos reposar un día más, de esta manera el mate queda
curado.
Además de todos estos procesos lo más
importante es que el mate sea preparado con amor, que es lo principal, para
seguir disfrutando de la bebida tan rica, que siempre está en los momentos de
intimidad, que es un signo de compartir y que por todo lo que significa tiene
un valor incalculable en nuestra vida.
EL PATO : deporte nacional
BREVE
RESEÑA HISTORICA
El pato comenzó a jugarse a principios
del Siglo XVIII, en los campos, era una corrida en donde se enfrentaban dos
bandos y se señalaban distintos sitios apartados. Se introducía un pato en un
cuero con la cabeza afuera. El cuero tenía dos manijas.
En 1776 se excomulgaba a quienes
participaban de este juego y no se les daba cristiana sepultura.
En 1822 el General Martín Rodriguez,
Gobernador de Buenos Aires prohibió su juego, aunque a pesar de ello se seguía
jugando. Más tarde, Juan Manuel de Rosas, "El Restaurador", lo
suprimió pero al igual que en el caso anterior se continuó jugando.
Recién en 1937 Alberto Castillo Ponce
redactó el primer reglamento de pato, creó la silla de montar e ideó la pelota
de 4 asas y luego la de 6, con la que se juega actualmente.
La Federación Argentina de Pato se
creó en 1941 y en 1953 fue declarado "Deporte Nacional"
LA
CANCHA
De largo mide entre 180 y 220 metros,
de ancho de 80 a 90 metros, en el centro del campo en los laterales hay dos
semicírculos de 8 metros de donde se comienza el juego. Hay cinco marcas de
penal: la más cercana está a 5 metros del aro, las demás a 8, 14 y 25 metros
respectivamente. Fuera de la cancha están las vallas protectoras, a 5 metros de
los laterales y de 20 a 30 metros de la linea de fondo.
ARO
El aro en total mide 2,70 metros de
altura, aunque la circunferencia mide 1 metro de alto y el parante 1,70 m. Del
aro cuelga una red.
EL
PATO
Es una pelota de cuero (similar a la de
fútbol) blanca, con cámara de goma, tres lonjas de cuero que se cruzan y en
cada van cocidas dos manijas simetricamente.
Diámetro: 40 cm.
Peso: 1.050 a 1.250 gramos
La Pulpería
Lugar de encuentro de la gente del
campo, de criollos, indios y negros. Cobijo de arrieros y chinitas. Lugar de
descanso, encuentro, diversión y desenfreno. De “aguardientes” y “cañas”. De
“trucos”, “tabas” y “riñas”. De “romances” y “guitarreadas”. De “mudanzas” y
“contrapuntos”. Mezcla de almacén y taberna. Todo eso podía pasar en una
pulpería, donde lo criollo y popular afloraba espontáneamente…
Si buscamos la palabra pulpería en el
diccionario vamos a encontrar la siguiente definición: “Despacho de comestibles
y bebidas en la campaña, más importante que el boliche. En los tiempos antiguos
las pulperías tenían en su interior rejas de hierro o de madera que separaban
al público de la parte donde se hallan las mercaderías y despachaba el pulpero.
La pulpería es almacén, tienda, taberna y casa de juego. Sitio de cita del
paisanaje. En ella se juega a los naipes, a las bochas, a la taba y, en los
días de fiesta, se corre la sortija, etc. El aguardiente era la principal
bebida que se expendía en estos negocios, dando origen a su nombre.
Una definición muy acertad, sin
embargo las pulperías encierran dentro de ellas la magia de la tradición
criolla en su máxima expresión: fueron cobijo para las más tradicionales y
cotidianas escenas de la gente humilde del campo, de trabajadores y gauchos.
Las pulperías eran hasta inicios del
siglo XX el establecimiento comercial típico de las regiones rurales y
semirrurales del Virreinato del Río de la Plata, especialmente Argentina y
Uruguay.
Su origen data de principios del siglo
XVII, y proveía todo lo entonces indispensable para la vida cotidiana: comida,
bebidas, velas (bujías o candelas), carbón, remedios y telas, entre otros.
También era el centro social de las
clases humildes de la población; allí se reunían los gauchos a conversar y
enterarse de las novedades. Las pulperías eran lugares donde se podía tomar
bebidas alcohólicas, se realizaban riñas de gallos, se jugaba a los dados, a
los naipes (especialmente el truco), a las bochas, a la taba y se organizaban
carreras de caballos llamadas cuadreras, realizándose apuestas (llamadas
pollas. También eran frecuentes los duelos criollos por el amor de una mujer.
El pulpero atendía detrás de una reja
de hierro o de madera, para protegerse de los asaltantes y de las riñas que se
producían en el lugar, que podían terminar en serios duelos con facones. El
establecimiento solía contar con una o dos guitarras, para que los gauchos
guitarrearan y se organizaran las tradicionales e improvisadas payadas y bailes
criollos entre los campesinos.
Pilchas gauchas Estas son algunas de
las "pilchas gauchas" que usan los paisanos argentinos:
Alpargatas: Este calzado
fue traído por los vascos, españoles o franceses, al Plata, hacia la tercera
década del siglo pasado; siendo adoptado por los trabajadores rurales. Esta
especie de zapatilla es la sucesora de la bota de potro, utilizada para el
trabajo rural. Consta de una fuerte lona, con suela de cuerda de yute o cáñamo,
muy liviana y de buen agarre al piso. A diferencia de otras vestimentas, la
humilde alpargata, se convirtió en una pilcha infaltable para ambos sexos, pero
sobre todo, la compañera inseparable de la bombacha
Bombachas: Pantalones
anchos y cómodos usados especialmente en las tareas del campo. Pueden
considerarse como reemplazantes del chiripá y aún hoy son elegidas por
estancieros, capataces, mayordomos, troperos, peones. Para
"compadrear", cuando se usaban alpargatas, se dejaba el botón de la
botamanga de la bombacha desprendido lo que hacía que cubra casi por completo
el pie.
Esta prenda aparece unos cinco años
después de la Guerra Grande, durante la llamada Guerra de Crimea, en la que
Francia e Inglaterra, se alían a Turquía para defenderla de los intentos
conquistadores de Rusia, adoptando sus tropas vestimentas similares a las de
los soldados turcos, en especial sus anchos pantalones. Terminada esta guerra
antes de lo previsto, el excedente de dichos uniformes fue exportado por estos
países al mercado rioplatense, donde tuvo como destino las tropas locales y,
fundamentalmente, las pulperías de la campaña, donde tuvo una gran aceptación
por parte de la población rural.
Chiripá: El origen del
nombre proviene de la voz quechua chiripac. Es un rectángulo de tela de lana
paño de bayeta, usado en lugar de pantalones por los gauchos. Se cubrían con él
caderas, muslos y piernas pasando por entre las piernas y se sujetaba a su
cintura por una ancha faja. El chiripá era de gran amplitud y permitía que el
gaucho se moviera en sus faenas rurales con la mayor libertad. Comenzó a usarse
a fin del siglo XVIII sustituyendo al calzón. Quienes primero usaron una prenda
similar, fueron los indios catequizados en los establecimientos misioneros como
consecuencia de la necesidad inmediata que tuvieron los jesuitas al organizar
los pueblos, de vestirlos de acuerdo a los principios morales y de pudor a la
religión. El chiripá colocado entre las piernas como pañal, fue en principio un
poncho o medio poncho de telar, por lo que naturalmente tenía flecos en su
perímetro y era de un color de fondo con rayas de otros colores. Con el paso de
los años fue reemplazado por los estancieros, mayordomos, capataces y de estos
a puesteros y peones por la sobría y funcional bombacha.
Faja: Es un
elemento de sujeción usado para sostener los calzones, chiripá y luego las
bombachas. Es una tira larga de tejido de lana o algodón, a veces, de seda, de
10 a 12 cm de ancho, terminada con flecos. Las hay con diversos motivos y
colores. Se enrolla a la cintura de derecha a izquierda, comenzando por el
flanco derecho del que se deja colgar una de las puntas, que descansaba sobre
el muslo de ese lado
Pañuelo: Se le llama
así a un cuadrado de 75 a 85 cm. de lado, de tela liviana o seda, estampado o
liso, siempre de colores muy vivos. Se le daba diferentes usos y según éstos
recibía su denominación:
Serenero: Se cubría la cabeza con el
pañuelo, y atado o anudado bajo el mentón, siempre bajo el sombrero. De esta
manera se protegía la cabeza, las orejas y la nuca de la lluvía, el sol, el
frío o el rocío.
Vincha: el gaucho doblaba el pañuelo y
sujetaba los cabellos (generalmente con una trenza o coleta) atandolo atrás de
la cabeza.
Colilla: Para el paseo, la pulpería o
en faenas a pie, el gaucho se colocaba el pañuelo alrededor del cuello,
cubriendo hombros y espalda como un simple adorno.
Poncho: El poncho es
una prenda rectangular de lana con una abertura a lo largo para pasar la
cabeza. Los gauchos lo convirtieron en prenda indispensable para abrigarse en
sus viajes por la extensa llanura, lo utilizaron como bolsa de dormir y como
carpa en los improvisados campamentos de los hombres de la pampa. En una pelea
de cuchillo, el gaucho se envolvía el poncho en el brazo izquierdo formando una
especie de coraza, que le permitía parar los tajos o puñaladas del facón
enemigo .El gaucho no abandonaba nunca el poncho, lo llevaba doblado, al
hombro, o envuelto a la cintura y anudado a la izquierda, para que el nudo no
le dificultase los movimientos de la mano derecha. Cada región de la Argentina
tiene su poncho "típico", con colores y formas características,
tejiéndolos a mano y en telares primitivos.
Todo hace suponer que los indios
araucanos fueron los inventores del poncho. Lo llamaron "phonto" y
desde Chile lo difundieron a lo largo de los Andes. Sin embargo el poncho
conoce un antepasado similar que se llamaba "uncu" y lo usaban otros
indios de América. Era una camisa sin mangas, muy suelta y amplia. También
existe una posibilidad de que poncho sea voz del léxico de la marinería
española del mediterráneo El poncho se compone de dos pedazos de tela, de siete
pies de largo por dos de ancho, cosidos entre sí a lo largo, menos en el
centro, donde se deja un hueco suficiente para que por él pueda meterse la
cabeza. Casi siempre tiene flequitos en los bordes.
Algunas de las variedades de esta
prenda son:
Apala: es un poncho de lana de color
natural o vicuña, con rayas claras y más oscuras.
Calamaco: es un poncho pobre, tejido
de lana de oveja o guanaco. De color rojo y bastante amplio.
Patria: es de bayeta adoptado por los
ejércitos nacionales. Generalmente el anverso es azul y el reverso rojo de lana
gruesa.
Pampa: poncho que se tejía con lana de
oveja o guanaco, y a diferencia de los calamacos, raramente se usaba el color
rojo.
Tortas fritas, auténtico
sabor criollo
Las Tortas fritas son
masitas fritas, que en Argentina siempre acompañan al mate, especialmente en
los días de lluvia. Su sabor es inconfundible y sin duda alguna son un símbolo
de unión y amistad.
Un día lluvioso, de frío tiene sus
ventajas. Quedarse en casa tomando mates con tortas fritas calentitas es una de
ellas, aunque no hace falta esperar que llueva o haga frío para comer unas
ricas tortas fritas.
Las tortas fritas son un amasijo con
harina, agua, sal y grasa, sobado con sus puños para que resulte una masa
tierna, estirada y cortada en pequeños bollos, que luego con las manos se le da
forma circular, se fríe en grasa de vaca, cerdo o de oveja.
Calentitas y pasadas por azúcar, las
tortas fritas acompañan el mate en interminables rondas, donde son excusa
perfecta para compartir inolvidables momentos.